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Desarrollar atletas fuertes, potentes y resistentes requiere ejercicios básicos.

Actualizado: hace 2 horas

Perturbaciones en el entrenamiento de fuerza y su incompatibilidad con el rendimiento deportivo


En el entrenamiento deportivo, como en muchos otros ámbitos, las tendencias suelen imponerse no por su eficacia, sino por su atractivo visual o por la percepción de novedad. En los últimos años, ha ganado popularidad un enfoque basado en la introducción de perturbaciones neuromusculares: elementos de inestabilidad, estímulos externos o tareas cognitivas aplicados durante ejercicios de fuerza.



Aunque este tipo de entrenamiento puede tener valor en ciertos contextos clínicos o preventivos, su uso indiscriminado ha provocado una consecuencia silenciosa pero preocupante: atletas menos fuertes, más propensos a lesionarse y con menor capacidad de adaptación al entorno competitivo real.


Este artículo analiza críticamente, desde una perspectiva biomecánica, por qué las perturbaciones, aunque llamativas y aparentemente específicas, a menudo resultan contraproducentes para el desarrollo del rendimiento físico en deportes de alta demanda como el baloncesto.


Especificidad mal entendida

Uno de los argumentos más extendidos en defensa del entrenamiento con perturbaciones es:

“El deporte es caótico, por tanto, el entrenamiento también debería serlo.”

Esta afirmación confunde la naturaleza caótica del entorno de juego con los requisitos mecánicos y neuromusculares que permiten rendir dentro de ese caos. Entrenar con estímulos aleatorios no garantiza una mayor especificidad si los parámetros biomecánicos del ejercicio no coinciden con los del gesto deportivo.

Como bien resume el refrán: oro parece, plata no es. Lo que se ve específico no siempre genera transferencia real.


Principio de correspondencia dinámica

El legendario Yuri Verkhoshansky formuló una herramienta clave para evaluar la transferibilidad de un ejercicio: el principio de correspondencia dinámica, que establece cinco criterios que deben cumplirse para lograr una transferencia efectiva al rendimiento deportivo:

  1. Amplitud y dirección del movimiento

  2. Región de aplicación de la fuerza

  3. Dinámica del esfuerzo (tipo de contracción)

  4. Tiempo de aplicación de la fuerza

  5. Régimen de trabajo muscular

Cualquier ejercicio que no cumpla con estos principios, por muy novedoso o desafiante que parezca, no maximiza su transferencia al gesto competitivo. La mayoría de los ejercicios con perturbaciones fallan sistemáticamente en todos o casi todos estos criterios.

Clasificación de las perturbaciones más comunes

  • Inestabilidad mecánica: plataformas inestables, bosu, fitballs, superficies blandas

  • Vibraciones externas: dispositivos que inducen oscilaciones durante el esfuerzo

  • Estímulos visuales o auditivos: luces, sonidos o señales que desvían la atención

  • Interferencias cognitivas: tareas dobles, instrucciones reactivas o toma de decisiones simultánea


Efectos de las perturbaciones sobre variables de rendimiento


Fuerza máxima (Peak Force)

  • En rendimiento: El entrenamiento con perturbaciones puede reducir hasta un 30% del 1RM (Behm et al., 2002), debido al aumento de coactivación antagonista y demanda postural. Esto limita la tensión mecánica, principal estímulo para la mejora de fuerza (Schoenfeld, 2010), y reduce el reclutamiento de unidades motoras de alto umbral (McBride et al., 2006), esenciales para el rendimiento explosivo. Estudios similares (Saeterbakken & Fimland, 2013; Cowley et al., 2007) confirman que la inestabilidad impide alcanzar cargas efectivas, lo que compromete las adaptaciones de fuerza máxima en atletas.

  • En readaptación: Este efecto puede aprovecharse en fases iniciales post-lesión, donde el objetivo es activar sin sobrecargar. La menor carga permite trabajo muscular seguro, útil en casos de LCA, roturas musculares o cirugía articular (Lephart et al., 1997). Además, mejora el control neuromuscular y la propiocepción, claves en la prevención de recaídas (Gruber & Gollhofer, 2004).


Potencia máxima (Peak Power)

  • En atletas: El entrenamiento con perturbaciones reduce tanto la velocidad de ejecución como la potencia pico, debido a la prolongación del ciclo estiramiento-acortamiento (CEA), lo que disminuye la eficiencia de la transferencia de energía elástica (Cormie et al., 2007). Zemková (2014) encontró que las plataformas inestables reducen significativamente la producción de potencia durante saltos y levantamientos. Además, estudios de Anderson & Behm (2005) muestran que la inestabilidad disminuye la velocidad de movimiento, alterando la curva fuerza-velocidad. Esto limita el estímulo necesario para mejorar el rendimiento explosivo, especialmente en deportes como el baloncesto o atletismo.

  • En readaptación: Aun así, en fases avanzadas de readaptación, puede incorporarse trabajo explosivo con cargas livianas en entornos inestables (e.g., lanzamientos o saltos controlados), con el objetivo de reintegrar la potencia de forma segura una vez que se ha restablecido el control motor (Lephart et al., 1997; Padua et al., 2009).


Tasa de desarrollo de la fuerza (RFD)

  • En atletas: La RFD se ve significativamente comprometida durante ejercicios realizados en condiciones inestables. McBride et al. (2006) reportaron reducciones cercanas al 40% en la RFD cuando se introdujo inestabilidad en sentadillas isométricas, debido a la necesidad de estabilizar el cuerpo antes de aplicar fuerza de forma explosiva. Esta interferencia disminuye la capacidad del sistema neuromuscular para generar fuerza rápidamente, un componente clave del rendimiento en deportes de alta velocidad (Aagaard et al., 2002; Andersen & Aagaard, 2006). La coactivación muscular excesiva y la pérdida de rigidez muscular rápida deterioran la eficiencia del impulso inicial.

  • En readaptción: Aunque la mejora de RFD no suele ser prioritaria en fases tempranas, los ejercicios con perturbaciones permiten entrenar la reactividad articular protectora frente a desequilibrios o estímulos inesperados (Gruber & Gollhofer, 2004). Esto favorece la preparación neuromuscular y puede reducir el riesgo de nuevas lesiones durante el retorno progresivo al deporte.


Activación neuromuscular (EMG)

  • En atletas: Durante ejercicios con perturbaciones, se observa una disminución en la activación electromiográfica (EMG) de los músculos principales responsables del movimiento (prime movers), como el cuádriceps o pectoral mayor, mientras que aumenta la actividad de los músculos estabilizadores (Saeterbakken & Fimland, 2013; Behm & Anderson, 2006). Esta redistribución del esfuerzo neuromuscular reduce la eficiencia contráctil del gesto motor, lo que perjudica el desarrollo de fuerza específica y potencia en contextos deportivos. Además, una mayor coactivación muscular limita la velocidad y fluidez del movimiento, interfiriendo con patrones motores explosivos (Anderson & Behm, 2005).

  • En readaptación: Esta mayor demanda sobre los estabilizadores es beneficiosa para reactivar músculos inhibidos tras una lesión o cirugía, especialmente en casos de desuso o compensaciones neuromusculares. Las perturbaciones también ayudan a restablecer el control postural y la coordinación intramuscular, fundamentales para prevenir recaídas (Lephart et al., 1997; Padua et al., 2009).


Torque articular

  • En atletas: Durante el entrenamiento con perturbaciones, el torque neto generado en la articulación objetivo disminuye considerablemente, debido tanto a la reducción de la carga externa como al aumento de coactivación antagonista, que actúa como freno al movimiento principal (Behm et al., 2002; McBride et al., 2006). Esta limitación impide alcanzar los niveles de esfuerzo necesarios para estimular adaptaciones mecánicas en estructuras como tendones, huesos y tejido conectivo, esenciales para mejorar la resistencia funcional y la fuerza específica (Kubo et al., 2006; Waugh et al., 2014). En el contexto del rendimiento, esto representa una oportunidad de entrenamiento desaprovechada.

  • En readaptación: Por el contrario, el bajo torque articular puede ser deseable durante las fases tempranas post-quirúrgicas, ya que reduce el estrés sobre tejidos vulnerables o en proceso de cicatrización. Al permitir una activación muscular segura sin comprometer la integridad estructural, es especialmente útil tras intervenciones como reconstrucciones ligamentarias o reparaciones tendinosas (Lephart et al., 1997; Padua et al., 2009).


Comparación aplicada: PMU-TRX-I vs. Hang Power Clean (HPC)

Ejemplo para baloncesto, según principio de correspondencia dinámica:



Criterio

PMU-TRX-I

✅ / ❌

Hang Power Clean

✅ / ❌

1. Amplitud y dirección del movimiento

Controlado, sin triple extensión ni dirección específica

Triple extensión, vertical y funcional al salto

2. Región de aplicación de la fuerza

Baja carga, foco en estabilizadores

Alta carga en cadena extensora principal

3. Dinámica del esfuerzo

Lento, sin componente balístico

Balístico, transición rápida excéntrica-concéntrica

4. Tiempo de aplicación de fuerza

Largo (>500 ms)

Corto (~250 ms), ideal para RFD

5. Régimen muscular

Predominio isométrico y coactivación

Contracción concéntrica rápida y específica

Resultado total:

  • PMU-TRX-I: ❌❌❌❌❌ → 0/5

  • Hang Power Clean: ✅✅✅✅✅ → 5/5


Aplicaciones válidas del entrenamiento con perturbaciones

Aunque no son ideales para el desarrollo de fuerza/potencia en atletas sanos, las perturbaciones sí tienen valor en contextos específicos:

  • Rehabilitación temprana: Activación con bajo estrés articular

  • Prevención de lesiones: Mejora de la estabilidad y coactivación muscular

  • Poblaciones especiales: Adultos mayores o personas con déficits neuromusculares

  • Fases de calentamiento: Activación de estabilizadores y control motor

  • Trabajo accesorio: Core, reeducación postural, debilidades individuales


Conclusiones

Las perturbaciones limitan el desarrollo de fuerza y potencia en atletas sanos
  • Disminuyen significativamente el 1RM, el torque articular, la RFD y la potencia máxima.

  • Estas limitaciones se deben a la redistribución de la activación muscular hacia estabilizadores, la coactivación antagonista y la imposibilidad de aplicar cargas altas de forma explosiva.

  • Por tanto, no cumplen los requisitos del principio de correspondencia dinámica para deportes de alta demanda.

2. Entrenar en condiciones inestables no mejora la transferencia al gesto deportivo
  • Aunque puede parecer específico visualmente, el entrenamiento con perturbaciones no replica las direcciones de fuerza, los tiempos de aplicación, ni el régimen contráctil propios del gesto deportivo real.

  • Introducir caos no equivale a mejorar rendimiento: de hecho puede alterar patrones motores eficientes y ralentizar la producción de fuerza.

3. Las perturbaciones sí tienen valor en rehabilitación y prevención
  • En fases tempranas post-lesión o post-cirugía, su uso permite activar músculos sin imponer torque excesivo ni cargas peligrosas.

  • Favorecen el desarrollo del control neuromuscular, la propiocepción y la estabilidad articular, fundamentales para la recuperación y reducción de riesgo de recaída.

4. Su uso en atletas debe ser estratégico, no central
  • Pueden incluirse en:

    • Fases de calentamiento, para activar musculatura estabilizadora.

    • Trabajo accesorio, en sesiones preventivas o correctivas.

  • No deben ser el eje del desarrollo de cualidades como fuerza máxima, potencia o velocidad específica.

5. La especificidad no es visual, es biomecánica
  • Un ejercicio no es específico por parecerse al deporte, sino por reproducir con precisión la dirección, magnitud y velocidad del esfuerzo requerido en competición (Verkhoshansky & Siff, 2009).


Síntesis final

Para desarrollar atletas fuertes, potentes y resistentes, el entrenamiento debe surfear la curva fuerza-velocidad mediante métodos que optimicen peak force, peak power y RFD. Esto requiere ejercicios estables, con cargas específicas y dirección de fuerza precisa que se alejen de las perturbaciones, que respeten los principios biomecánicos y garanticen transferencia real al gesto deportivo.
COACH MANU

Referencias

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